sábado, 21 de marzo de 2009

Escuchando el cariño


El silencio es parte de su mundo, pero no lo es todo. El cariño de quienes la conocen, en realidad es lo que la rodea; Julieta Fregoso Ortiz perdió su capacidad auditiva a los 8 años de edad luego de padecer una infección que también le afectó el habla.
Sus siguientes años de infancia en su natal Tepuzhuacan en Nayarit no fueron fáciles, cada día debía trasladarse en compañía de su madre durante dos horas de camino hacia Ahuacatlán para acudir a la escuela especial en donde le enseñaron a leer los labios; ahí pasaba 8 horas diarias.
Al poco tiempo consiguió un aparato auditivo, pero no logró hacerlo funcionar bien, sin embargo le sirvió para poder comunicarse con su hermana, poco a poco el lenguaje de las señas fue haciéndose más fácil para ella aunque en la escuela a la que acudió le enseñaron a usarlo en idioma inglés. Durante 5 años acudió a sus cursos y casi a los 13 años dejó de ir. Sin embargo la vida le tenía deparado el ser una persona muy especial para quienes la rodeaban.
Con 24 años apenas, Julieta ya ha vivido en Nayarit y Jalisco, pero es en Puerto Vallarta donde ahora desempeña su primer trabajo: entrenadora de personal en Mc Donald’s.
Su discapacidad auditiva no le impidió ser parte del equipo y aún y cuando comenzó con un poco de temor por no entender el lenguaje a señas en español, su gran inteligencia la ayudó a solucionar rápidamente este inconveniente y al poco tiempo se desempeñaba como una de las mejores “crews” del restaurante donde ascendió de puesto en poco tiempo.
“Nos enseñaron a todos a usar las manos para hablar” recuerda Francisco Rodríguez gerente de una de las sucursales y quien nos traduce el lenguaje de Julieta durante la entrevista, “al principio fue difícil y nos daba un poco de temor, pero nada que ver, ella se daba a entender perfectamente” asegura mientras Julieta lo mira atenta para leer sus labios.
Apenas a dos años de trabajar en esta empresa y ya ascendió de puesto y también a aprendido infinidad de cosas positivas, “es una oportunidad muy padre porque convives con gente de todas las edades, los compañeros te ayudan, aunque hay presión de tiempo aprendes a manejar la rapidez y se te quita la pena, además nunca he visto a nadie enojado”. Y nadie tiene por qué estarlo, Julieta es un ejemplo a seguir, siempre atenta a “escuchar” el cariño que gira a su alrededor.

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