“Fue fundado en el año de 1606 como una comunidad pequeñita, siendo sus hijos españoles, indios, mulatos y chinos, esclavos y libres”
Padre Gabriel Pulido Sendis
Silvia Álvarez
De San Sebastián del Oeste pueden escribirse mil libros, cada uno de habitantes, que no llegan al número de libros mencionados, tiene una historia por contar. Considerado por ello “pueblo fantasma” hace algunos años, este poblado, anteriormente esplendoroso y rebosante de actividad gracias a sus minas, es sin lugar a dudas un ejemplo de cuidadosa resurrección.
Alrededor de 400 años han pasado desde la fundación de Real de San Sebastián y pese a sus altibajos, es ahora cuando poco a poco se ha ido abriendo al turismo como una de sus más pujantes fuentes de ingresos. Si usted no ha tenido el privilegio de conocer este poblado se lo recomendamos.
El camino ya por sí solo es un placer, sin embargo el poblado encierra un encanto sin igual, las tejitas rojas de sus techos y la blancura de sus paredes lo recibirán con discreta alegría. Si pregunta a los lugareños seguramente podrá enterarse de varios de los rinconcitos escondidos por visitar, desde los calabozos que aún existen en la comisaría, la tienda de raya, el museo de Doña Conchita, el Panteón Antigüo, la iglesia con el patrono cuyo nombre lleva el pueblo y la Quinta en donde Doña Mary contó su historia a varios escritores quienes la nombraron la bisabuela de San Sebastián.
Pero no se limite a estos espacios, atrévase a explorar los bosques aledaños en busca de lo que llevara a este pueblo a la gloria: sus minas. Gracias a ellas San Sebastián del Oeste llegó a albergar hasta 20 mil habitantes según cuentan los historiadores, y los yacimientos de plata, oro y plomo aún pueden ser considerados importantes, aunque ahora están sin explotar.
Un camino de brecha a un costado del pueblo le guiará hacia estos túneles misteriosos que podrían tener guardados entre sus muros, los espíritus de algunos trabajadores, primeros moradores de este sitio. Si tiene el tiempo, camine lento y observe cada detalle del camino, no olvide que hace varios siglos esa misma tierra fue transitada por mineros; si observa bien descubrirá entre el follaje las primeras minas del sendero ya clausuradas. Al final del recorrido por el cerro y de unos 20 minutos aproximadamente llegará a una de las excavaciones más conservadas; a menos que lleve linterna no podrá ver el fondo, (y quizás aún con ella no lo logre) pero tampoco es recomendable adentrarse, no le hará falta, su imaginación puede llevarlo a las historias pasadas que ahí se guardan.
Su sola presencia ahí le dará el significado a esta resurrección de un bellísimo poblado que se negó a morir y ahora abre sus puertas al turismo que busca en San Sebastián más que oro y plata, la paz de un lugar que el tiempo gentilmente olvidó.
Para llegar…
Se encuentra a hora y media de Puerto Vallarta y a unas tres horas de Guadalajara; limita al norte con el estado de Nayarit; al sur, Mascota; al este, Guachinango y Mascota; y al oeste, Puerto Vallarta. La transportación terrestre se lleva a cabo por Puerto Vallarta-San Sebastián por la carretera a Mascota; Guadalajara-Barra de Navidad-entronque San Clemente-Ayutla-Mascota-San Sebastián.
La transportación aérea se realiza a través de las aeropistas San Felipe de Híjar y San Sebastián del Oeste, que tienen capacidad para recibir avionetas.
Padre Gabriel Pulido Sendis
Silvia Álvarez
De San Sebastián del Oeste pueden escribirse mil libros, cada uno de habitantes, que no llegan al número de libros mencionados, tiene una historia por contar. Considerado por ello “pueblo fantasma” hace algunos años, este poblado, anteriormente esplendoroso y rebosante de actividad gracias a sus minas, es sin lugar a dudas un ejemplo de cuidadosa resurrección.
Alrededor de 400 años han pasado desde la fundación de Real de San Sebastián y pese a sus altibajos, es ahora cuando poco a poco se ha ido abriendo al turismo como una de sus más pujantes fuentes de ingresos. Si usted no ha tenido el privilegio de conocer este poblado se lo recomendamos.
El camino ya por sí solo es un placer, sin embargo el poblado encierra un encanto sin igual, las tejitas rojas de sus techos y la blancura de sus paredes lo recibirán con discreta alegría. Si pregunta a los lugareños seguramente podrá enterarse de varios de los rinconcitos escondidos por visitar, desde los calabozos que aún existen en la comisaría, la tienda de raya, el museo de Doña Conchita, el Panteón Antigüo, la iglesia con el patrono cuyo nombre lleva el pueblo y la Quinta en donde Doña Mary contó su historia a varios escritores quienes la nombraron la bisabuela de San Sebastián.
Pero no se limite a estos espacios, atrévase a explorar los bosques aledaños en busca de lo que llevara a este pueblo a la gloria: sus minas. Gracias a ellas San Sebastián del Oeste llegó a albergar hasta 20 mil habitantes según cuentan los historiadores, y los yacimientos de plata, oro y plomo aún pueden ser considerados importantes, aunque ahora están sin explotar.
Un camino de brecha a un costado del pueblo le guiará hacia estos túneles misteriosos que podrían tener guardados entre sus muros, los espíritus de algunos trabajadores, primeros moradores de este sitio. Si tiene el tiempo, camine lento y observe cada detalle del camino, no olvide que hace varios siglos esa misma tierra fue transitada por mineros; si observa bien descubrirá entre el follaje las primeras minas del sendero ya clausuradas. Al final del recorrido por el cerro y de unos 20 minutos aproximadamente llegará a una de las excavaciones más conservadas; a menos que lleve linterna no podrá ver el fondo, (y quizás aún con ella no lo logre) pero tampoco es recomendable adentrarse, no le hará falta, su imaginación puede llevarlo a las historias pasadas que ahí se guardan.
Su sola presencia ahí le dará el significado a esta resurrección de un bellísimo poblado que se negó a morir y ahora abre sus puertas al turismo que busca en San Sebastián más que oro y plata, la paz de un lugar que el tiempo gentilmente olvidó.
Para llegar…
Se encuentra a hora y media de Puerto Vallarta y a unas tres horas de Guadalajara; limita al norte con el estado de Nayarit; al sur, Mascota; al este, Guachinango y Mascota; y al oeste, Puerto Vallarta. La transportación terrestre se lleva a cabo por Puerto Vallarta-San Sebastián por la carretera a Mascota; Guadalajara-Barra de Navidad-entronque San Clemente-Ayutla-Mascota-San Sebastián.
La transportación aérea se realiza a través de las aeropistas San Felipe de Híjar y San Sebastián del Oeste, que tienen capacidad para recibir avionetas.
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